16 de junio de 2009

*La cultura y su gestión: una tarea compartida

Hoy en día la cultura es sinónimo de desarrollo y, por lo tanto, se ha comenzado a tomarle atención. Años atrás su interés sólo radicaba en presentarla como un factor importante de la educación, opacando su rol como forjadora de la identidad y la diversidad.
Los años no han transcurrido en vano ya que actualmente ésta es entendida bajo más perspectivas, no sólo como la mera creación y expresión humanas sino como: motor de la economía, constructora de la ciudadanía y los valores democráticos, generadora de espacios de diálogo y solución de conflictos, entre otras. La cultura es el escenario de los imaginarios de una sociedad, el lugar en donde ésta se reconoce y se plantea qué quiere ser.
Por otro lado, este valor propiamente humano requiere una adecuada gestión, requiere que sea consumida por la sociedad. La cultura no es consecuencia del progreso, es su condición. ¿Ello que nos quiere decir? Simplemente que la cultura no debe ser un lujo, su acceso debe y tiene que ser democrático, sin embargo, garantizar esta democratización de la cultura requiere de todo un aparato profesional* amparado en políticas culturales coherentes y viables. Pero, ¿quiénes deben participar? Lo racional y oportuno sería que se involucre al Estado, la empresa privada, la ciudadanía y ,dentro de ésta, a los profesionales de la cultura.
*Al referirme con aparato profesional no excluyo el aporte de quienes investigan y trabajan en el sector cultural de manera autodidacta e independiente. Ni contrapongo su valor frente a quienes han recibido una formación académica. Me refiero a una actitud pofesional y seria fente a este quehacer.
Veamos algunas experiencias recopiladas en el libro Casos de Gestión Cultural en el Perú coeditado por la Organización de Estados Iberoamericanos (OEI) y la Universidad de Piura (UDEP). *Primera parte *Segunda parte

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